La Interpretación en/un debate

por Sebastián Russo


Roland Barthes decía que “descifrar los signos del mundo quiere decir siempre luchar contra la inocencia de los objetos”. Una tarea, la de este desciframiento, que es inagotable, e ineludible, en el hombre, la mujer, contemporánea, en particular citadina, agregaba el francés, y en 1964, es decir, más de 45 años atrás. Los dispositivos constructores y divulgadores de signos se han multiplicado hoy de una forma que al propio Barthes, muerto en 1980, le hubiera resultado difícil imaginar (así todo, sus palabras, sus ideas -de ahí su genio- aun nos interpelan)

En el mismo año 64, otro escrito, coloca una nueva piedra fundamental en el debate sobre la interpretación (o la significación, para el francés) En este caso, en directa relación al arte, Susan Sontag escribe Contra la interpretación. Y aquella lucha descifratoria barthesiana, se vuelve, en términos de Sontag, una contra- lucha, una suerte de re-acción, contra los excesos interpretativos.

Y en Susan Sontag, en su texto, hay una lógica del “versus”. Contra la interpretación, de hecho, establece el debate desde la lógica de un enfrentamiento, de un contra-. Hay en Sontag, y de ahí su carácter incidente, vivo (aun hoy) de su propuesta, un arrebato, o varios. Erigiéndose ella, en su gesto arrebatado, en una suerte de justiciera.

Al arte le han despojado –arrebatado- su erótica, dice, y eso lo ha hecho la hermenéutica, o sea, el gesto comprensivista, explicativo, desencantador: el de la “interpretación”. Y ante este arrebato, ella comete otro, se “arrebata” y va contra lo que ella entiende ha perdurado y perdura en nuestra occidental ligazón con el arte (entre otras ligazones): la preeminencia del contenido. Colocándose, Sontag, a favor de, vitoreando por (en la lógica de versus que propone) la erótica, la forma, por la erótica de la forma, y contra, claro, el compresivismo del contenido.

A este arrebato sontagiano, le interponemos (para interpretar –oh arrebato deserotizante!- su propuesta), otro gesto arrebatado (pero no por eso menos argumentado, no menos interpretativo), el de Eduardo Grüner. En su texto Foucault: una política de la interpretación, de 1995, Grüner “toma el guante”, y va contra la contra- interpretativa postura de Sontag. Entendiendo, Grüner, que las interpretaciones circulan incisiva, insidiosa, inescapablemente, y que en la lógica de la disputa (por “la” interpretación, por la “legítima”), se va construyendo –batalla tras batalla- el sustrato mismo desde donde, como sujetos insertos en la urdimbre de nuestra cultura, vemos, decimos, actuamos.

La disputa, claro, es por la hegemonización de una interpretación por sobre otras –la de Sontag, por ejemplo-, y no podría ser de otra manera, salvo que supongamos tanto un mundo sin disputas (gran anhelo mitificado de filosofías conservadoras de status quo, la neoliberal, por decir), como al arte por fuera del mundo (antojo nada desinteresado, nada inocente, de las mismas filosofías)

Presentamos, entonces, en este número de desOrdenes, los textos mencionados. Para que en su relectura, se reconfiguren, se reactualicen, y así, (nos) permitan seguir descifrando “los signos del mundo”, despabilando inocencias, develando estrategias, y reordenando tácticas, modos de ver.

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