Sobre las posibilidades de interpretación de la música

por Luciano Guiñazú

Existe un extraño y enigmático trozo de literatura en un viejo libro, un maravilloso y pequeño rincón del arte. Su interpretación siempre ha sido un desafío.
El fragmento es el siguiente y su interpretación...

Fausto.- (…) ¿Quién sois?
Mefistófeles.- Una parte de aquella fuerza que siempre quiere el mal y que siempre hace el bien.

America latina, parece haber despertado a la política en estos últimos diez años, Argentina por suerte, no es la excepción que confirma esta regla. Esta situación largamente esperada, da cuenta del fracaso de un relato que gritaba a los cuatro vientos el fin de la historia y que festejaba la globalización como algo indiscutiblemente beneficioso para la humanidad. Ante este panorama es necesaria la pregunta sobre los restos del cadáver, se impone la confirmación de que el muerto está efectivamente muerto; no sea que velemos acá a quien está de fiesta por allá.
Si efectivamente reconocemos que hay un resurgir de la política, no por ello debemos dejar de remarcar, que como contrapartida hemos llegado al punto en el cual muchos aspectos de la vida ya no se prestan a la interpretación y si la interpretación no es posible, es porque allí todavía vive aquello que creíamos destruido.
Hoy la Internet, por ejemplo, parece haber quedado fuera de la discusión política y otro tanto sucede con la información que ésta provee; ambos han logrado imponerse desde la neutralidad como una necesidad ya no de los individuos sino de la humanidad. La discusión en torno a estos temas, entonces, se reduce a una cuestión ética sobre el adecuado uso de la net y la información en ella contenida; pero es preciso remarcar que no hace mucho tiempo, la postmodernidad redujo a los mismos términos la discusión en torno la economía y a la política; y que otro tanto se venía haciendo desde antes con la ciencia. Con esa misma dañina ingenuidad los cultores del ciberespacio hoy esgrimen como máxima inapelable: ¡Internet no es bueno ni malo, es sólo un instrumento! lo que hay es un mal uso de la tecnología.
Cuando la interpretación sobre un evento no es posible, estamos frente al fin de la historia; es decir, se ha impuesto una concepción del mundo que no puede ser discutida ni cuestionada, mucho menos alterada. Cuando la interpretación sobre un evento no es posible la discusión ha llegado, lisa y llanamente, a su fin. De este modo, la controversia en torno a Internet está prácticamente terminada desde el momento en que comienza a afirmarse la percepción de que Internet es neutra, insípida e incolora; Internet no tiene forma ni espacio, o mejor aún, tiene forma y espacio propios, tiene forma y espacio que no pueden ser juzgadas porque no entran dentro de lo humano. He ahí el gran truco, la gran farsa de la neutralidad conservadora[1].
A no pocos de los pocos que han dicho algo contra las supuestas virtudes del Internet[2]; peor aún, a quienes no han dicho nada contra la Internet en particular pero se mantienen a prudente distancia de ella, se les ha tratado recurrentemente de conservadores. En nuestro país, no hace mucho tiempo un tal Sacher salió al cruce de Horacio González con argumentaciones de este tipo. En dicho cruce González puso al descubierto los aspectos netamente conservadores de un escrito prácticamente anónimo, cuyo predicamento se acercó demasiado al discurso futurista de un Marinetti. La discusión fue desigual, pero en todo caso demostró la eficacia (palabra llena de conservadora neutralidad) y la prepotencia de un discurso que ya ha superado la controversia en torno a las posibilidades de su interpretación y que por lo tanto, se concentra ahora en poner en tela de juicio a aquellos que deliberadamente, y en un acto de suma libertad, han decidido dejarla de lado.
El Arte es por excelencia el ámbito en el cual la interpretación juega el papel principal, esto es lo que lo mantuvo a resguardo del discurso del fin de la historia durante mucho tiempo. Sin embargo, la técnica y la tecnología han intervenido de forma decisiva en la producción y difusión artística, a punto tal, que hoy es preciso volver a preguntarnos sobre las posibilidades de interpretación en el Arte, tanto como nos lo preguntamos en torno a Internet y la información. Esta pregunta, sobre todo, parece pertinente para el caso de la música, que es quizás el arte en el cual la técnica ha intervenido en los últimos años de manera más decisiva.
La interpretación en el arte tiene un doble sentido, o si se quiere, tiene dos dimensiones. En la música estas dos dimensiones son claramente reconocibles, interpretar es recibir y traducir, filosófica, política e históricamente una determinada forma de expresión; pero también, es un ejercicio físico vinculado a un instrumento. Aquí, como en ningún otro lado, se hace evidente que el arte es una operación mental pero también física; una abstracción y una concreción. Aunque en las demás formas de arte esto también sucede, nunca es tan directamente reconocible como en el caso de la música. Por esto mismo en la música también son más reconocibles las limitaciones actuales de la interpretación. Que se expresan también en este doble sentido.
Desde el lado de la percepción y traducción, cuanto más interviene la tecnología en la ejecución de los sonidos como ser en la llamada música electrónica, menor es la posibilidad de interpretación y a nuestro entender menores son las posibilidades de seguir en los dominios del arte. En la actualidad, la monotonía y la falta de armonía de los sonidos reproducidos por el parlante, hacen imposible e innecesaria, la apreciación del instrumento; porque el sonido emitido, tiende a imitar a la maquina, una maquina que va produciendo a cada instante, con mayor eficacia y velocidad, el mismo sonido (como si fuera una maquina que produce tornillos de forma continua).
Por el lado de la ejecución, los DJ que dicen hacer música son efectivamente los exponentes más claros de las limitaciones que la tecnología impone hoy día a la interpretación; si con la fotografía, a decir de Benjamin, la mano se separa definitivamente del acto de reproducción plástica; con la computadora y la bandeja, el cuerpo se separa completamente del acto de producción musical; específicamente, con la computadora el cuerpo se separa definitivamente de la interpretación en el segundo de los sentidos que aquí le damos .
La proliferación de estos sucesos en lo que tiene que ver con la producción y reproducción de sonidos, expande la idea de que ya no es necesario entrar en contacto con el instrumento para hacer música, al tiempo que se le otorga a este engendro el lugar de vanguardia. Aquello que llevaba años desarrollar y que requería de un extraordinario esfuerzo y coordinación entre sentimiento, pensamiento y expresión física, pretende igualarse así con los sonidos emitidos por una maquina que puede manejar un chico de 10 años.
Es preciso, sin embargo, poner énfasis en la idea de que las vanguardias no han desaparecido, sólo que ya no pueden buscarse allí donde la técnica predomina, por el contrario habremos de pensarlas y buscarlas tras un legado y una tradición. Hoy son más vanguardistas las peñas folklóricas que las fiestas electrónicas (y eso que las peñas folklóricas son conservadoras). Para las peñas folklóricas el concepto de vanguardia es más aceptable que para las fiestas electrónicas en tanto recuperan una identidad, un legado y una tradición que tiene claras connotaciones políticas. Mientras que para las fiestas electrónicas es mucho más adecuado utilizar la idea de Tendencia que por pretensiones es mucho más Light.
Para la Tendencia ya no es importante lo que hace el hombre con las cosas; sino, lo que las cosas hacen con el hombre. La fiesta electrónica es una clara expresión de esto, la mono-rítmica emisión de sonidos, sumada en algunos casos a las drogas sintéticas, pone a los sujetos a saltar al compás del ruido. Todo esto despojado de cualquier tipo de carácter mítico religioso, a no ser que estemos dispuestos a considerar como ritual a la celebración de la mercancía y a la propia mercancía un Dios. Aquí no se trata de escapar a la alienación sino de entregarse a ella.
La llamada música electrónica es entonces a la música, en tanto forma genuina del arte, lo mismo que la Internet y la información al conocimiento. Esto es su creación y su negación en base a la sobreabundancia.
En fin, tampoco estamos completamente seguros de lo que decimos, es más bien una intuición, o si se quiere una toma de posición política, que por cierto carece por completo de originalidad, porque si hemos de ser sinceros, esto y mucho más ya se ha dicho antes. Si no nos tomamos el trabajo de nombrar a estos otros a los que les debemos nuestros pensamientos, es en parte por que estamos en contra de la sobreabundancia de información, pero sobre todo por pereza.

[1] La filósofa Cassin en su libro Googléame ha dado cuenta de la lógica capitalista y cuantitivista que en realidad subyace al famoso buscador, dando por tierra con la idea de su supuesta neutralidad. En su trabajo pone en evidencia los mecanismos mediante los cuales el buscador ordena los objetos buscados, otorgándoles prioridad a partir del número de entradas que cada uno tiene.
[2] Me percato al escribir esta palabra que la maquina me ha corregido ya varias veces. Tamaña confirmación esta, de la no neutralidad de la cibernética. El maldito programa Word me ha corregido la escritura y ha cambiado sin mi consentimiento mi tibia i por su pomposa I y lo que es peor no me deja modificarlo

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